La masía

Nuestra historia


Esta casa del vecindario de Soliva está situada en medio de dos montañas y un prado que delimita con la acequia de la laguna de Sils y con la vía del ferrocarril, en el paraje llamado Coma Marquesa.

Los datos más lejanos nos hablan de Narcís Dalemus, que vivía en la casa hacia el año 1839. A éste le sucedió como heredero, su hijo Baldiri Dalemus Martorell. En el arco de piedra de la puerta de la casa, está escrito el nombre de Baldiri Dalemus Martorell, hecho hacia 1853.

Baldiri Dalemus se casó por primera vez con Maria Oms y en segundas nupcias con Teresa Figueras. Más tarde, los heredó Miguel Dalemus Oms, que se casó con Teresa Gironès Guitart. Estos tuvieron una hija, Dolores Dalemus Gironés, que se casó con Salvador Gelmà y Comas.

En 1895, este matrimonio dejó Can Dalemus y se fue a vivir a Calella, y en 1896 vino de masover Narcís Ciurana Berenguer, que estaba soltero y provenía de Franciac.

Anteriormente, el 27 de agosto de 1869, se había hecho una renovación de establecimiento de ocho besanas de tierra de Josep Viader a favor Baldiri Dalemus, con una entrada de 800 libras y un censo anual de dos cuarteras de trigo. También, el 16 de julio de 1876, Josep Ruscalleda había vendido un pedazo de tierra a Miquel Dalemus.

Narcís Ciurana y Berenguer se casó con Rosa Vilà Juanhuix. Durante el mes de diciembre de 1921, la propietaria Dolores Dalemus y su marido Salvador Gelmà firmaron un contrato de arrendamiento al casero Narcís Ciurana con las siguientes y principales condiciones: el 25 de diciembre de cada año tenía que pagar el arrendamiento de quinientas cincuenta pesetas.

También estaba obligado a pagar cuatro quarteras de trigo, de censo, al señor Francisco de Trincheria, el día 15 de agosto de cada año, además de un par de gallinas a dicho señor el día 25 de diciembre. Asimismo, tenía que pagar a don Joan Viader, propietario de Maçanet, siete medidas de morcajo, el 15 de agosto de cada año, además de las contribuciones ordinarias y extraordinarias de la casa. Además, quedaba obligado el colono a hacer dos jornales de paleta al año para encalar la casa, y hacer obras cuando conviniera para mantenerla en buen estado.

Por su parte, el propietario se reservaba el derecho a entrar en la casa siempre que le conviniera, así como en las tierras. El colono estaba obligado a reservar para el dueño, de la cosecha de cada año, un campo de manzanas, una arroba de peras de invierno y tres quarteras nuevas.

Narcís Ciurana murió en 1924 a consecuencia de un rayo en una gran tormenta cuando iba a recoger a su hija al colegio. En 1925 los Dalemus, se vendieron la finca y la compró la viuda, Rosa Vilà Juanhuix. A la muerte de ésta, pasó a ser propietario heredero el hijo, Manel Ciurana i Vilà, casado con Loreto Sureda Vilaseca, proveniente de Can Vilaseca, de este mismo pueblo. A estos, les ha heredado Josep Maria Ciurana Sureda, que se casó con Montserrat Sureda Fàbregas, de Massanes, que habitaban la casa junto con sus hijos y se dedicaban al cultivo de las tierras y a la ganadería.

Actualmente la masía la ha heredado y rehabilitado su hijo mayor, José María Ciurana Sureda, que junto con su esposa, María Ángeles Carbonés Regincós de Figueres, han puesto en marcha el negocio de alquiler turístico rural.

Se cuenta que en la guerra de los carlistas, Can Dalemus había sido cuartel o refugio de carlistas, y que uno de los Dalemus era comandante de una unidad de estas fuerzas. En la casa se encontró más tarde un fusil y dos sables de aquella época. Estas armas estan guardadas en el Museo Militar del Castillo de Monjuïc de Barcelona.

Como nota característica de Can Dalemus, cabe destacar que el prado de detrás de la casa, hace 50 años o más, estaba plantado con manzanos y nogales que daban mucho fruto. En aquella época no había contaminación y no hacían falta las atenciones constantes que ahora requieren este tipo de plantaciones. Al llegar al otoño, era costumbre de mucha gente ir a Can Dalemus a comprar manzanas en cantidad para guardar para el invierno. Otra cosa a destacar es que esta finca producía mucho centeno, y muchos agricultores también, a la entrada del otoño, iban a cambiar centeno por trigo.

Galería de fotos antes de la reforma